Tener una relación de pareja estable, consolidada y profunda no resulta fácil para la mayoría de las personas. No lo es porque supone superar una serie de condiciones impuestas por el ego, entre estas las expectativas y los juicios.
Es muy común repetir modelos o patrones de nuestros padres, de relaciones pasadas o de otras relaciones que nada tienen que ver incluso con la realidad. Estas últimas suelen ser “prestadas” de las fantasías, la imaginación y hasta de los intereses que tengamos en las relaciones.
Para que una relación se desenvuelva sin sufrimiento, debes tener consciencia de lo que esperas, de lo que estás dispuesta a dar y de que cada uno necesita su espacio, libertad, equilibrio y una vida en la que la individualidad sea respetada.
Introspección para evaluar tus relaciones de pareja
Es posible que empieces a observar lo negativo de tu relación, o lo que no te guste de tu pareja cuando ha habido conflictos, que son el resultado de pequeños problemas que no has notado o a los que no has querido prestar atención.
Sin embargo, observar la relación, hacer un ejercicio de introspección de tu propia conciencia, de lo que te está estorbando y perjudicando puede resultar en una revelación que te ayude a mantener la armonía contigo misma y con tu pareja.
Esto no significa que debas cuestionarte, pero sí modificar eso que te obliga a exigir más presencia, más entrega o más tiempo porque necesitas suplir carencias, inseguridades y llenar vacíos que provienen de tu interior.
Cómo el ego interfiere en tu relación de pareja
Si el ego te empuja a que hagas o digas cosas que no son sanas para ambos, este puede estar siendo eco de tus miedos, inseguridades o caprichos que te llevan a manipular, a sentirte incomprendida o a pensar que la culpa es del otro.
Los juicios que emites sobre tu pareja son producto del ego que quiere que asumas el rol de víctima. O, en otros casos, el de victimario al anular a tu pareja con ofensas y desprecios.
Otra manera en la que el ego interfiere en tu relación es con el deseo de controlar y cambiar a tu pareja. Es tan arrogante que te hace creer que la otra persona cambiará porque la obligarás a hacerlo.
Apartar al ego de tu relación
La aceptación del otro, la libertad, individualidad y el respeto a la vida que cada quien tenga son las bases de una relación armoniosa, estable y duradera. Sin embargo, para llegar a ese nivel, debes estar consciente y amar sin las condiciones que quieras imponer.
Se trata de un amor racional, consciente y totalmente alejado de manipulaciones, desechando tu lado posesivo y controlador que es manejado por el ego.
Reconocer lo que de tu parte está afectando la convivencia es un buen comienzo para lograrlo.
No se trata de ceder o de agachar la cabeza, se trata de racionalizar las emociones, de reconocer en el otro su individualidad, y de aceptar su forma de entregarte su amor. Si no es del todo como te gusta, trata de comunicárselo y hacerle saber eso que quieres.
Recuerda que tú eres tu felicidad
Nunca está de más recordarte lo importante que eres para ti misma, ni repetirte que tu felicidad no viene de las cosas que otros te den, o de cuánto son capaces de hacer por ti de acuerdo con lo que exijas.
Cuando tomas conciencia de que tu felicidad depende de ti misma, comienzas a entender que la estabilidad de la relación no está sustentada ciento por ciento en lo que el otro esté dispuesto a dar o a hacer.
Lo importante es tener la consciencia suficiente para reconocer cuándo el ego te está gobernando, y cuánto está influyendo para que tu relación no sea sana.
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