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Límites: marco de las relaciones sanas


Las relaciones sanas en cualquier ámbito – de pareja, familiar, laboral y de amistad - tienen como base fundamental el respeto que imponen los límites.

Los límites son el marco para alcanzar y mantener el equilibrio saludable en las relaciones. Se trata de un estado donde ninguna de las partes es vulnerada ni victimizada, donde no hay dependencia ni apego y, por lo tanto, donde no existe el sufrimiento.

Los límites en las relaciones sanas los pones tú

No tienes que mirar allá afuera para establecer los límites que le den equilibrio y salud a tus relaciones. Todo comienza por ti, los límites surgen de ti y de lo que deseas en una relación.

Saber qué límites quieres de marco en una relación, depende del conocimiento que tienes de ti misma: qué quieres, qué sientes, cuáles son tus miedos y expectativas.

Pero también, qué has tolerado y justificado en una relación y qué ganancia has obtenido con ello; cuándo te has sentido vulnerada y cuándo has transgredido los límites ajenos.

El trabajo de autoconocimiento es permanente, permite que te confrontes y hagas ajustes con miras a encontrar el amor, el respeto y la paz que anhelas en tus relaciones.

El apego como obstáculo de las relaciones sanas

Si estás sufriendo, si vives permanentemente en un estado de enojo, tristeza, descontrol y dependencia, no estás experimentando una relación sana con límites de respeto a ti misma y al otro.

La raíz de estos sentimientos suele ser el apego, el miedo feroz a la pérdida que te lleva a complacer al otro aún contra tus deseos, y a aceptar situaciones y comportamientos propios y de la otra parte que traspasan los límites, te vulneran e irrespetan tu esencia.

El miedo a quedarte sola, a no ser amada ni aceptada, te lleva a permitir cosas que no te gustan, incluso pequeñas cosas cotidianas como negarte a hacer un favor, por ejemplo. O a callar, dejar pasar, a exigir en la relación por creer que no tienes derecho a hacerlo y por temor a que el otro se vaya.

El apego es una de las partes de la dualidad de la necesidad, una de las razones de más peso en los conflictos de las relaciones. La otra cara de esta dualidad es creer que no necesitas a nadie y es, por supuesto, fuente de sufrimiento.

En ambas situaciones puedes convertirte en víctima y en victimario en una relación.

Respetar los límites para tener relaciones

sanas

Así como los límites los pones tú, también su cumplimiento comienza por ti. Eres tú quien tiene el poder de hacer que se respeten.

Tú sabes cuál es la línea que no permitirás que se cruce en una relación, pero no todos a tu alrededor tienen por qué saberlo. Por eso es importante comunicar lo que te incomoda apenas veas que esa línea que tú has marcado es traspasada.

Para hacer valer tus límites, actúa con consistencia y coherencia para que quede claro a la otra parte cuáles son las consecuencias del irrespeto a los límites.

Renegociar los límites en las relaciones sanas

En las relaciones sanas hay mayor conocimiento mutuo, tolerancia y libertad para ser tú misma. Todo esto permite anticipar tus reacciones y las de la otra parte cuando los límites son violados.

También permite que algunos límites puedan ser renegociados hablando y llegando a acuerdos.

¿Por qué lo harías? Porque siempre en una relación van a ocurrir cosas que no te gusten y puede haber cierta flexibilidad hacia ellas, siempre y cuando tu esencia, amor y respeto hacia ti misma no queden apartados.

Claro está, dentro de esa flexibilidad tampoco caben los límites que has definido como inviolables, los que te llevarían a dar por terminada la relación si no son respetados.

¿Cómo son tus relaciones?

¿Piensas que mantienes relaciones sanas con límites de respeto mutuo?

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